
Este dialogo se dió entre los personajes de su obra “La edad Madura” que es una de las obras mas representativas de esta escultora, en la escultura se aprecia la figura masculina mayor, alejándose de una figura femenina joven, desnuda, el dialogo se da entre ellos…
Ella (con sonrisa torcida): Qué
épico. Toda una vida para que termines huyendo como un ladrón de antigüedades.
Él (sin girar la cabeza): Prefiero ser ladrón que estatua. Las estatuas no envejecen… pero se llenan de polvo.
Ella: Ah, claro. Te vas para
“renovar energías”. Lo que no renuevas es la decencia.
Él: La decencia es para principiantes. Yo ya pasé de nivel.
Ella (apretando su brazo): Pasaste
de nivel… a qué, ¿a la liga de los cobardes ilustres?
Él: Exacto. Es un club selecto: cuota alta, cero emociones.
Ella: Qué elegante forma de decir que te asusta que una mujer joven te recuerde tu fecha de caducidad.
Él: No me asusta. Me aburre. La juventud es una serie repetida con mejores filtros.
Ella (con risa cortante): Y tú eres la versión en blanco y negro, llena de comerciales.
Él (quitándose su mano): Gracias por el cumplido. La experiencia es un comercial larguísimo que advierte “no intente esto en casa”.
Ella: Pues yo sí lo intenté y mírame: atrapada en tu tragicomedia.
Él: No estás atrapada, estás ensayando para el papel principal. Algún día huirás igual y jurarás que es “madurez”.
Ella (lo suelta al fin): Madurez… bonita palabra para disfrazar cobardía.
Él (alejándose): Cobardía, madurez… ponle el nombre que quieras. Yo ya aprendí que en esta obra todos terminamos saliendo por la misma puerta.
Ella (en voz baja): Sí, pero no todos con el bronce pegado en la conciencia.
El
que ausculta palabras, donde no llega el bisturí, va la letra…