Economía

Vinto reportó una pérdida promedio de Bs 42 millones entre 2020 y 2024

La empresa estatal perdió $us 349,6 millones en 2022, en 2023 otros $us 61,4 millones y en 2024 reportó $us 18,3 millones de utilidad. Legisladores y expertos ven mala gestión, endeudamiento, altos costos de operación, baja producción y otros.

Camión con carga de lingotes de estaño para la exportación. Foto: EMV
Economía | Visión 360 | 2025-10-07 15:14:00

La Empresa Metalúrgica Vinto (EMV), entre 2020 y 2024 reportó una pérdida promedio de 42,7 millones de bolivianos (Bs 42.712.656,85). Expertos y legisladores afirman que en el mundo las fundidoras no pierden, pero en el caso de la estatal su alto endeudamiento, la obligación de aportar al Estado para bonos sociales, la mala gestión y la baja producción por falta de mineral merman sus ingresos.

En el “Informe de fiscalización de la empresa metalúrgica Vinto”, presentado hace poco por Enrique Urquidi, diputado de Comunidad Ciudadana (CC), se analizan los ingresos, egresos, préstamos que realizó el Tesoro General de la Nación (TGN) y otros elementos.

Según el documento, los resultados financieros de la EMV entre 2020 y 2024 muestran una gestión volátil y deficiente con graves problemas para generar utilidades sostenibles. De los cinco años analizados, tres terminaron con pérdidas (2020, 2022 y 2023), lo que suma un déficit acumulado de (-487,8 millones de dólares), mientras que solo en 2021 y 2024 hubo ganancias, que en total alcanzaron a 274,3 millones de bolivianos. “Esto deja un saldo promedio anual negativo de 42,7 millones de bolivianos, lo que evidencia una incapacidad estructural para mantener la rentabilidad”, se precisa.

En 2024, la empresa reportó una utilidad de 18,3 millones de bolivianos, pero en 2023 había registrado una pérdida de 61,4 millones de bolivianos y en 2022 de 349,6 millones de bolivianos, luego de que en 2021 obtuvo una ganancia de 256 millones de bolivianos. En 2020 hubo cifras rojas de 76,6 millones de bolivianos.

En estos resultados, el informe de Urquidi observa como causas el sobreendeudamiento, incremento de costos operativos e ineficiencias en la gestión de la empresa y la leve recuperación de 2024 no compensó las pérdidas previas.

Detalla que los años 2010, 2011, 2014 y 2015 se consideran de alto margen. Esto se da cuando los ingresos superan de forma significativa a los egresos, como por ejemplo el 2011 con un margen de 4,89%.

Mientras que las gestiones de 2008, 2020, 2022 y 2023 se constituyen en años con altos costos. “Las pérdidas en 2008 y 2020, 2022, 2023 están ligadas a egresos que superan los ingresos. Esto a pesar que en 2022 los ingresos fueron altos (Bs 2.263 millones). Esto indica que los costos operativos o financieros se dispararon (por ejemplo aumento de insumos, depreciación de activos o deuda)”, subraya el informe.

El documento añade que un problema clave es el descontrol entre ingresos y egresos.

En promedio, los costos superan a los ingresos en un 2,1%, lo que refleja ineficiencia operativa y el peor año fue 2022, cuando los egresos fueron de 2.612 millones de bolivianos. Superaron en un 15,4% a los ingresos (Bs 2.263 millones).

Se trata, dice el documento, de una brecha insostenible que sugiere mala gestión de costos, dependencia de factores externos (precios altos de los metales) o falta de planificación financiera. “Las causas de estos malos resultados podrían incluir altos costos de producción, subsidios insuficientes, corrupción, falta de adaptación a cambios en el mercado e incluso deficiencias administrativas y operativas no detectadas”, remarca el informe.

Deudas

El informe hace referencia a que solo entre mayo y junio de 2022, la deuda con Huanuni ascendía a la suma de 40,8 millones de dólares y con Colquiri, a más de siete millones de dólares. “En total, los pasivos reconocidos en ese momento ya rebasaban la considerable cifra de 81 millones de dólares a julio de 2022 (deuda con Huanuni y Colquiri), sumados a una deuda histórica adicional de 10 millones de dólares y 24 millones de dólares con cada una de estas empresas”, recalca.

Además, se menciona que la EMV ha operado bajo un esquema de dependencia crónica de recursos públicos, ya sea mediante fideicomisos y préstamos blandos y aunque los decretos a favor de la empresa establecen mecanismos de recuperación (venta de estaño, descuentos automáticos), la reiterada necesidad de nuevos fondos sugiere que la empresa no ha logrado un flujo de caja autosostenible.

“Pese a las reiteradas inyecciones de recursos que superan los 850 millones de bolivianos en fideicomisos y préstamos, la EMV no ha logrado generar flujos de caja autosostenibles, sino que ha acumulado déficits y obligado al Estado a flexibilizar una y otra vez sus condiciones de pago”, se puntualiza.

Dionisio Garzón, exministro de Minería, señaló que una empresa fundidora no debería perder dinero nunca, porque sus ingresos provienen del cobro del costo del tratamiento del mineral, que corre por cuenta de los dueños.

Sin embargo, dijo que en el caso de Vinto, Huanuni, Colquiri, las empresas han tenido sus desequilibrios cuando el precio del estaño ha bajado en el mercado internacional y se han acumulado déficits.

Como no se podía pagar a los productores, el Gobierno ha otorgado préstamos y eso también se acumuló y se queda como pasivos y, además, Vinto ha tenido que apoyar al Gobierno en el pago de bonos sociales.

Según Garzón, la producción actual de la empresa está por debajo de la capacidad de la planta fundidora que es de unas 22 mil toneladas, pero el problema es que no hay una mayor producción de estaño, que puedan entregar Huanuni y Colquiri.

Señaló que se debe impulsar exploración y una mayor producción, porque Bolivia tiene aún potencial con el estaño; por ejemplo, con las colas y arenas de Siglo XX hay depósitos con reservas. “La única solución para que Vinto sea rentable y sostenible es que se aumente la producción de estaño a unas 20 mil o 30 mil toneladas y la empresa las procese”, subrayó.

Héctor Córdova, expresidente de la Comibol, coincidió en que normalmente una fundidora compra el mineral al productor minero y le descuenta el costo de la fundición, las impurezas; es decir estos costos se cargan al productor, por eso es que en teoría estas empresas no pierden.

Sin embargo, puede ocurrir el escenario de que si la EMV le compra hoy mineral a Huanuni o Colquiri en 34 mil dólares la tonelada, pero en el proceso de fundición y conversión en lingotes hay demora y el precio baja a 30 mil dólares; ahí hay menores ingresos, porque se compró caro y se vendió barato.

Señaló que la estatal sobre todo obtiene ganancias en la recuperación de elementos valiosos que no se pagan directamente, como oro, plata o indio. “Los recupera, los vende, y ahí obtiene un buen margen. Pero si el mineral no es tan rico en esos elementos, gana menos de lo esperado”, apuntó.

El otro problema que tiene Vinto, de acuerdo con Córdova, es el costo financiero de los créditos que le otorgó el Gobierno para construir el horno Ausmelt o recursos de liquidez a fin de que pueda honrar deudas con Huanuni y Colquiri; eso se acumuló y generó desajustes financieros.

La empresa también tuvo que enfrentar la pérdida de clientes importantes cuando hace algunos años la revista inglesa Metal Bulletin publicó que Vinto compraba mineral a cooperativas del Cerro Rico que empleaban menores de edad. “Hasta que pudo demostrar que ya no compraba mineral de cooperativas con menores, pasó bastante tiempo y perdió bastante plata”, indicó Córdova. Por otro lado, en alguna ocasión, los productores decidieron vender el estaño sin entregarlo a Vinto.

Córdova sostuvo que la empresa debe mejorar la gestión, comprar mineral a buen precio y venderlo rápidamente con valor agregado, sin esperar a que caiga el precio y el Ministerio de Economía tiene que acelerar la devolución de los Certificados de Devolución Impositiva (Cedeims). “Para comparar, en Chile los devuelven en tres días. En Bolivia tardan cinco, siete o hasta 10 meses o más. Eso perjudica terriblemente a Vinto”, afirmó.

Además, se necesita una mayor producción de estaño para que se pueda entregar a la fundición, eso permitiría que Vinto reciba más mineral, procese más y mejore sus ingresos. “Así podría recuperar su estabilidad y resolver sus problemas en el mediano plazo”, observó.

La EMV, en 2022, llegó a producir 10.257 toneladas de estaño metálico, al año siguiente 10.048 toneladas y en 2024 un total de 12.683 toneladas y para este año prevé 12.599 toneladas.

Según la empresa, en 2024 obtuvo ingresos de 388 millones de dólares y para este año proyecta 335,9 millones por la venta de estaño metálico y otros subproductos de la fundición.

Vinto asegura que se cancela deuda con Huanuni y Colquiri

Teodocio Ayllón Quispe, gerente de la Empresa Metalúrgica Vinto (EMV), aseguró que las deudas que se mantiene con Huanuni y Colquiri se cancelan con regularidad y que la Contraloría General del Estado realiza una auditoría técnica.

El ejecutivo de esa manera reaccionó y realizó puntualizaciones sobre el informe de fiscalización a la EMV realizado por el diputado Enrique Urquidi, de CC.

“La deuda anterior o histórica con Huanuni, nuevamente la estamos conciliando (evaluación de entregas y pagos) desde el año 2007 hasta el 2024 y, en relación a Colquiri ya se pagaron nueve millones de dólares de la deuda histórica y quedan por pagar 16,4 millones de dólares. En relación a la deuda por la carga fresca, se hacen nuevos pagos”, remarcó según una nota de la EMV, difundida hace un par de semanas.

Ayllón explicó que la EMV cuenta con la Unidad de Auditoría Interna que vigila el trabajo de la empresa. “Periódicamente nos llegan cartas de la Contraloría General del Estado en la que nos solicitan información referida a la parte económica y nosotros les enviamos. Al momento están haciendo una auditoría técnica; nosotros no podemos oponernos a ninguna auditoría”, remarcó.

Además, aclaró que los fideicomisos otorgados a la EMV por el TGN no fueron “subsidios”, sino créditos con intereses que fueron pagados por la empresa.

En 2007, con el Decreto Supremo 29026, Vinto fue revertida al Estado por las irregularidades ocurridas en su transferencia a manos privadas.